A los pocos minutos de llegar al Lido, caminaba por el Gran Viale escuchando el chillido penetrante de las cigarras. Han debido ser cantidad de ellas; sin viento, sin aire y con gran humedad, el agobio de ese canto se sumaba a un cielo que ya había comenzado su recorrido hacia la noche.
Cuando llegué a la playa no tardé en cubrir mis pies con el mar. Pasaron minutos antes de que comenzara a caminar. Caminaba entregándole las huellas de mis pasos al agua. Durante la noche, las corrientes se sumarían a las mareas de la laguna para dejar ante ti mis pisadas. En la espuma extenuada, el ritmo lento de mi caminar.
¿Recuerdas cuando Pavese escribió: «La poesía comienza cuando un tonto dice del mar: Parece aceite?” Así era el mar hoy. Estaba como yo: inmóvil, sin fuerzas ni respiro, pero bañando la orilla con los rumores de su profundidad. A medida que el cielo se cubrió de sombras, los colores perdieron nitidez. En pocos minutos el agua y el cielo compartieron los tonos de una misma oscuridad. El horizonte desapareció con el último resplandor; entonces llegó la noche. Una noche sin reflejos.
De regreso en el Gran Viale, las cigarras y su canto agónico de muerte.
FOTOGRAFÍA: Marina Gasparini Lagrange
Juan Carlos Chirinos (Valera, 1967) Licenciado en Letras Universidad Católica Andrés Bello. Realizó estudios doctorales en la Universidad de Sa-lamanca. Actualmente vive en España. Ha publicado los libros de relatos: Leerse los gatos (1997), Homero haciendo zapping (2003), Los sordos trilingües (2011); las novelas: El niño malo cuenta hasta cien y se retira (2004), Nochebosque (2011) y las biografías: Alejandro Magno, el vivo anhelo de conocer (2004), Albert Einstein, cartas probables para Hann (2004), La reina de los cuatro nombres. Olimpia, madre de Alejandro Magno (2005), Miranda, el nómada sentimental (2006) Su obra ha sido traducida al árabe, francés e inglés y está recogida en varias antologías.
LOS SORDOS TRILINGÜES Para Tomás Onaindía
Tres compartían el viejo faro del pueblo. Nadie les hablaba; «esa gente no es amigable; huye de la sonrisa de los demás», explicaban. A veces parecía que habían muerto: tal era el silencio en el faro. Otras, creían que se estaban matando. No tanto por los gritos y tozude-ces cuanto por el ulular en que se convertían sus voces cuando arribaban a las calles de la plaza del gobernador. Ich verstehe niente nigdy, se escuchaba de noche, por ejemplo, y los muy religiosos se persignaban. Porque dicen que los sordos, para entenderse entre ellos, tienen que hablar la misma lengua.
«FACEBOOK IS A SOCIAL UTILITY THAT HELPS PEOPLE COMMUNICATE MORE EFFICIENTLY WITH THEIR FRIENDS, FAMILY AND COWORKERS» (microrrelato documental y crítico)
–¿Qué es lo que más te gusta de Facebook? –preguntaron Mark y Chris, con su entu-siasmo de siempre.
–El racismo –contestó Hitler, actualizando su estado con una carita sonriente–. Por lo demás, todo bien.
FILL IN THE BLANK (microfábula en tres intentos) Primer intento.
Había una ____ ___ ___ ___ _______ lejano reino, ________ ________ ____________ Rosaura. _______ ____________ ____________ ____________ ________. _____________ _______ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ________________ ________ ________ _ ____________________ _ _ _ _ _ ___________ _ _ ___________ _ ____ ______________ __________ _ _______________ perdices.
Segundo intento.
[ATENCIÓN: RELLENE CON LETRA CLARA Y LEGIBLE, PREFERIBLEMENTE DE MOLDE Y EN MAYÚSCULAS. NO ESCRIBA FUERA DE LA LÍNEA PUNTEADA, NI UTILICE PLUMAS O BOLÍGRAFOS QUE CHORREEN. EN CASO DE SALIRSE DE LA LÍNEA DEL RELATO, SOLICITE UN NUEVO IMPRESO Y COMIENCE DE NUEVO DESDE EL PRINCIPIO. NO SE SALTE NINGUNO DE LOS ÍTEMS NI HAGA TRAMPA. SÓLO SE PERMITE UN DRAGÓN POR VEZ. TODO IMPRESO HA DE POSEER FINAL FELIZ.] Tercer intento.
[USTED PROPONGA. NOSOTROS DISPONDREMOS].
IMITA A LOS GRANDES, LE DIJERON Fuma para poder escribir unas memorias como Zeno, dentro de muchos años, cuando sea mayor y más deprimente; para tener algo que contar en esas edades; bebe como Arturo Bandini con la esperanza de que en cualquier momento, en cualquier biblioteca del mundo, un Bukowski lo descubra, alucinado; reza para sentarse en la estación de invierno del puer-to más lejano de Crimea y morir como Tolstoi, decrépito y célebre. Y todo lo que ha conse-guido es una rara enfermedad de los pulmones que ha inspirado la oscura ponencia de un médico en un congreso al que nadie quiere ir. «Quizá si escribiera algo», piensa mientras dispone la oreja derecha para cortársela con una tijera.
HAMLET PARA MÓVILES Para Ernesto Pérez Zúñiga
[sms001] «¡El príncipe está loco!», declaran en la corte bufones que algún día serán ajusti-ciados: «la causa es que su tío ahora es el consorte de su madre ¡Y dicen que están enamo-rados!» [sms002] Me estoy metiendo un dedo.
Hoy no puedo sentir nada, debe ser la botella de vodka de anoche, la hojilla que se hundió en mi yema esta madrugada o la antigua picana del general. Tú sabes cómo es. El general.
[sms003] «La noche silenciosa cual trampa misteriosa, alitera la sombra del padre asesina-do; el joven temeroso se acerca hasta la sombra y allí le es revelado el secreto.» [sms004] El otro día me levanté una teta hasta los ojos. No sabía que pudiera hacer tales malabarismos. Quién lo diría. Resulta que, si aprieto con firmeza, del pezón sale un líquido cristalino y viscoso. Y no es leche, te lo puedo asegurar.
¿Supuro? El líquido rojo que se desliza por mis piernas es grumoso, como si el cerebro se escapara derretido por alguna forma extraterrestre de calor. No es agua y mucho menos leche. ¡No me gusta ser líquida por todos lados! [sms005] «Consternado, regresa hasta su madre y le advierte cauteloso que en medio de una fiesta y gran algarabía, su sangre envenenada se mezclará con otra.» [sms006] Para qué voy a mentir. Esta mañana me dieron otra paliza. Pero, como recompen-sa, luego pude comerme un helado de los que tanto me gustan. No debo portarme mal. No saco nada con ello.
[sms007] «La madre, sin embargo, se entrega meretriz con gran altanería a quien junto con ella tendrá final famoso.» [sms008] Cuando salgo por la fruta, siento que el camino hacia la tienda es justo la canti-dad de libertad que necesito. Mi casa, mi sagrada casa.
[saldo insuficiente]
CRÍTICA LITERARIA Murmuró. Encendió un cigarrillo.
Y siguió dándole patadas al cadáver exquisito de Goytisolo.
Fotografía: Alexis Pérez-Luna
La montaña insomne
Hace cien años nació el estupendo narrador, poeta y dramaturgo cubano Virgilio Piñera (1912-1979). Piñera escribió cuento, novela, poesía, teatro y una minificción clásica:
EN EL INSOMNIO
El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que enseguida tome una taza de tila y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al medico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre esta muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.
Sábado 21 de Julio de 2012
Literales de TalCual, p. 22
LO DE SIEMPRE
–Te advertí que te amaría hasta la locura dijo A sonriente.
–Sí, hasta mi locura –respondió B y se lanzó por la ventana.
BREVE
Él dijo tan bien.
Ella dijo tan poco.
DOBLEZ
Era un hombre con una vida oculta, de allí que le fuese tan difícil hallarse a sí mismo.
EL NOMBRE
Aquella mañana, al entrar en la oficina, Vicentico fue recibido con un saludo extraño de parte del primer colega que se encontró.
–Buenos días, Raúl –le dijo el individuo.
Vicentico dejó pasar lo que consideró un descuido y siguió a su puesto de trabajo. Poco después, otro compañero también lo llamó Raúl. Y así, en menos de media hora, todo el mundo lo había llamado por ese nombre.
Vicentico pensó que sus colegas habían tramado una componenda con el fin de pasar un buen rato a costa suya, y se quedó tranquilo, con la esperanza que su indiferencia bajara la intensidad de la chanza.
Pero ya al final del día, al notar que le seguían diciendo Raúl, decidió darle un parado al asunto.
–Muchachos, ya está bueno ya –dijo poniendo cara de hombre serio.
–¿Bueno de qué, Rául? –preguntó alguno.
–Ya está bueno de llamarme Raúl -replicó él.
–¿Y bueno Raúl, cómo quieres que te llamemos? –quiso saber otro.
–Como me llamo, Vicente.
–Okey, está bien, Raúl –dijeron todos y, al verlo tan alterado, fueron alejándose.
Vicentico, harto del asunto, se largó para su casa.
Al llegar, su mujer le dio un beso y le dijo: –Llegaste temprano, mi Raulito.
¡Ah carajo, pero es que su mujer también! Si no fuera porque en su trabajo todo el mundo lo había llamado por el mismo nombre, hubiera pensado que su señora…
¡No, no podía ser! ¡Mucho menos tratándose de ese nombre! Vicentico se encerró en el baño. Sentando sobre la tapa de la poceta, abrió su cartera y sacó la cédula. Allí estaba su foto, la misma cara de siempre, y su número de identificación, el mismo de toda la vida.
Y sus dos apellidos también eran los mismos, sí. Pero su nombre, su nombre no era su nombre, sino el que ya sabemos. Pero esto no fue lo peor de todo, pues cualquiera podría vivir de la noche a la mañana con otro nombre; lo realmente terrible, lo que parecía una broma pesada armada por Dios y por el Diablo en confabulación contra su pequeña existencia, fue que aquel Raúl que tanto le achacaban era el nombre de su peor enemigo.
DE HADAZ
El príncipe irrumpió en el salón real, arrastrando de los cabellos rubios el frágil cuerpo sembrado de flechas. Ya de rodillas frente al desencajado Rey, ofreció aquel cartel con error de imprenta, el único que los emisarios no alcanzaron a sacar de circulación y en el que se podía leer: Rey busca príncipe para cazar a su hija.
VÓRTICES GOZOSOS
Está bien, está bien, ciérrame la puerta del baño, no me importa. Yo me voy para otro lado, para otro baño. Saldré corriendo y llegaré primero que tú. Sí, pegaré una gran carrera, la más grande que jamás haya pegado nadie en todo el universo. No me caeré y llegaré victorioso hasta el váter, hasta la palanquita, y la bajaré, sí, la bajaré feliz de la vida y luego alzaré la tapa, y estallaré en gritos y carcajadas mientras me quedo mirando cómo gira y gira el agua allá adentro.
Y además volveré a bajar la palanca, de eso que no te quepa duda, y me reiré más fuerte todavía, y daré saltos de conejo loco. Y después, después haré lo que más temes. Sí, me inclinaré, estiraré el brazo, lo dejaré caer como una bomba y meteré la mano en el agua, hasta donde alcance, hasta bien adentro. Luego sacudiré, levantaré olas enormes, olas que me chispeen la cara, la boca, los ojos y que mojen este traje de una sola pieza, insoportable y caluroso que debo usar para dormir.
Sí, me bañaré con el agua del váter, y lo haré rápido, muy rápido, antes de que llegues y me levantes de un tirón y me laves las manos con jabón y me vuelvas a decir que con eso no se juega y me saques y cierres la puerta del baño y me pongas a jugar con cualquier juguete aburrido, un trencito, un carrito, un avión, qué sé yo…
*Puerto Cabello, 1970. Ha publicado, entre otros: Postales sub-sole (2006), Rocanegras (2007), Piedras lunares (2008), Las peripecias inéditas de Teófilus Jones (2009), Ciudades que ya no existen (2010), Instrucciones para leer este libro (2012)
2. Minificción y teoría literaria: enfoques analíticos, procesos de recepción y categorías interpretativas.
3. La minificción y las antologías.
4. Teoría literaria: modos de análisis, canon y corpus, categorías analíticas.
5. Microrrelato, modernidad y posmodernidad.